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venerdì 12 giugno 2015

 

Entre buenos y malos profesores

Pensando en la diferencia que hay entre los buenos y malos profesores, me gustaría reflexionar sobre ese asunto haciendo hincapié sobre lo bueno que hay en general en el ser humano, porque sacar una lista de adjetivos u otras definiciones no es mi objetivo.
Si pensemos en general en lo bueno que hay en nosotros, lo primero que me sale a la cabeza es la humildad. Al contrario, el orgullo embota nuestro juicio, pero, al mismo tiempo, sabemos que eso es uno de los deberes de un profesor. En realidad, nunca me ha gustado esa idea de que alguien deba juzgarme y el porqué queda claro; juzgar no es un requisito previo para ser un buen profesor. Por el contrario, ser humilde con los propios alumnos es una señal de excelente calidad en todos buenos profesores.
Diciendo esto, pienso en las varias experiencias que tuve durante mi carrera escolástica como alumna. Cuando estaba a la escuela secundaria, tenía dos profesoras de lengua española y, de acuerdo con las fábulas, una era buena y la otra era mala. Ésa última, en lugar de tener clase, nos hablaba de su hija, de su vida, … hasta hablarnos sobre eBay (sí, eBay, y ¡no me preguntéis dado que no sabría contestaros!). Si hubiera dicho todo esto en español poco importaba, pero lo peor era que nos hablaba en italiano en todas sus horas de clase. Pasando a la profesora buena, a pesar de que ella hablara exclusivamente en español, lo que más me encantaba era su manera de trabajar, su manera de enseñar, la confianza que depositaba en sus alumnos y la bondad con la cual transmitía sus conocimientos.
Ahora que podría encontrarme del otro lado de la cátedra, creo que un buen profesor debe tener en cuenta todo eso y queda claro que doy por descontado la competencia lingüística en todos sus factores, ya que estamos hablando de la ELE.
Siguiendo ese camino, concluyo volviendo al ser humildes y nunca orgullosos; si le voy a decir una tontería a mis alumnos sobre un asunto específico, ellos se lo llevarán consigo para toda la vida. Una mentira como esa sería demasiado pesada para cualquier espalda.

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